El pasado 18 de septiembre junto a mi esposa vivimos una de las peores experiencias que una pareja puede soportar. Sencillamente con un diagnostico medico llegamos al final de un incipiente embarazo. Y con él, el final de miles de sueños, propósitos y que se yo cuantas mentales posibilidades. Tal vez un dormitorio azul o rosa, una cuna con matices celestes o rosados, un nombre que conmemorara un abuelo o una querida tía. No importa sencillamente en menos de media hora terminó.
Consciente de que no se mueve la hoja de ningún árbol sin la voluntad de Dios y claro de que sus designios son los más sabios pese a nuestros deseos, aun me pregunto porque ha de sucederle a mi amada esposa tal situación, si lo único que deseábamos era según las escrituras, el procrear un servidor más a sus enseñanzas.
Estoy claro que en su infinita bondad tomo la más sabia decisión….
Pero no es de eso de lo que quiero expresarme, si no de la entereza y madurez de Vanessa (mi amada esposa) que a pesar de la pérdida de su mayor ilusión ha mantenido una entereza que solo una mujer puede comprender. Vanessa, mujer a quien siempre admirare por sus firmes convicciones y a quien vi romper las mismas por su deseo de ser ella misma y librarse de las presiones sociales. La dura persona que aun (tal vez) sigue escondiendo sus naurarles sentimientos de bondad y entrega para no poner en descubierto y en riesgo sus sensibles sentimientos. La bella y frágil persona a quien amo.
Si la dicha pudiese medirse y compararse con la de los demás, me atrevo a decir que la mía es la más grande. Sencillamente porque ella es parte de mí. Y yo soy parte de ella.
Cuanto más te pienso, mas te amo y cuanto más te amo, mas eres mía.
El pasado 18 devolvimos un ángel al cielo. Si Dios lo quiere devolveremos un ángel a la tierra para que la magnificencia de Dios se concrete.
Solo un ciego o ignorante no puede admirar tu entereza. Gracias por tu enseñanza y amor a mí.
Por siempre y para siempre tuyo.
Gabriel Castroconde
03/10/2012
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