Seguramente habremos miles de locos que nos gusta escribir y agradecemos a quienes se toman la molestia de leer las cosas que se nos ocurren. A veces nos inspira una buena noticia en los medios y otras muchas veces noticias no tan buenas. Sin lugar a dudas lo que más nos motiva son los desaciertos políticos y tratamos al escribir de descargar nuestras frustraciones al respecto. Pero cuando lo que nos mueve es el deceso de alguna persona a la que queremos, admiramos o sencillamente fue parte de nuestras vidas, la cosa se vuelve mucho, mucho más difícil.
Don Rafa. Enero del 2006 |
Y eso es lo que hoy me mueve a quitarles el tiempo con mi sentir. Sucede que el 24/01/13 falleció mi muy querido y apreciado DON RAFAEL CARTAGENA MONTOVAN. Personaje como todos los seres humanos que se esforzó por ser un ganador en su ramo, un buen familiar y ante todo un devoto católico.
Por los azares de la vida (o mejor dicho, los designios de Dios) tuve la suerte de conocerlo en 1,980 justo el año en que le toco celebrar sus 50 años de vida y yo andaba por los 20. Recuerdo que (según sus hijas), la primera impresión que le cause no fue la mejor, tal que se refirió de mí como “peludo y mal aparente” o algo así. Sin embargo con el tiempo tuvimos la oportunidad de compartir muchos y muy, pero muy buenos momentos. Largas noches reparando algún componente electrónico de mi carro o sencillamente hablando de aviones de la fuerza aérea guatemalteca, tema que a ambos nos fascinaba.
Pero esas eran sencillamente trivialidades porque mientras hablábamos tuve la suerte de aprender de él un sin número de conceptos de vida, tanto con sus comentarios como con su ejemplo de vida, sean estos buenos o malos, sencillamente me mostro que siempre existen más de dos vías que me llevarían al mismo destino. La decisión era del que anduviese por ese camino y por supuesto, responsable de su decisión. También aprendí a usar la llave del cangrejo correctamente y conocí el rachet (herramienta para quitar o apretar tuercas). Aprendí que hay que estar en paz con Dios y no solo con uno mismo. Aprendí a limpiar las bujías de un carro y a calibrar los platinos. Pero también aprendí que hay que estar en gracia con el suegro para estar en gracia con la novia.
Aprendí don Rafa. Aprendí mucho y le agradezco todas sus enseñanzas y ante todo su amistad y comprensión porque a pesar de los muchos y seguidos desvelos que Rosa Maria y yo pudimos haberle causado cuando fuimos novios, nunca recriminó falta alguna que no fura merecida. Le agradezco la confianza, amistad y ante todo, el aprecio que siempre (a pesar del alejamiento que tuve de su núcleo familiar) me mostro. Nunca olvidare la navidad del 2007 que en ingles me dijo por teléfono: “SE LE EXTRAÑA GABRIEL”. Tarde 72 horas en asimilarlo.
Muchos dirán que ahora hay un ángel menos en la tierra. Yo creo que ahora hay un ingeniero más en el cielo que ayudara a reparar todos los defectos de construcción que hay en el paraíso.
Mi respeto, admiración y cariño por siempre.